Inundaciones, aluviones, muertos, desaparecidos. Pareciera una postal habitual cada vez que llueve en Santiago. Algo así como si nuestra ciudad olvidara que se encuentra bajo los pies del gran cordón montañoso de los Andes, y que el “factor lluvia” no hubiese sido considerado en su construcción. Pareciera que somos víctimas mudas de la naturaleza despiadada. ¿Será esto cierto?.
El Mapocho se desborda.
Veamos Costanera Norte. No sabían que el caudal podía subir tanto. A pesar de que hay varios registros históricos, con caudales mucho mayores. Se desbordó el río Mapocho, inundando a cientos de vecinos y locatarios. El Intendente Orrego culpa a Costanera Norte, Costanera Norte culpa al intendente Orrego.
Nos cortan el agua.
La empresa Aguas Andinas corta el suministro por dos días, argumentando excesiva turbiedad de las aguas y un gran aumento de caudal. Dicen además que ninguna máquina opera con esos niveles de turbiedad. Esto es completamente falso. Las máquinas purificadoras que tienen no son las mejores, y ellos prefieren apagarlas para no gastar en limpiarlas y mantenerlas. Esta práctica ya es habitual. Por otro lado, la empresa de la familia Luksic Aes Gener (Alto Maipo) ha sido denunciada en varias oportunidades por realizar tronaduras en alta montaña y verter gran cantidad de material tóxico al río Maipo, que luego bebemos todos los santiaguinos.
Pero Aguas Andinas no denunciaría a su socio Aes Gener de ensuciar las aguas, puesto que tiene un contrato para cederle el 40% de sus derechos de agua, asegurando el funcionamiento de la hidroeléctrica, energía que va para la gran minería privada.
Riesgo de aluviones en la Florida.
En la Florida se desbordó la Quebrada de lo Cañas, produciendo deslizamientos que anegaron a varias familias. Las piscinas construidas para supuestamente detener un aluvión en la Quebrada de Macul, estaban llenas de agua. El miedo a un nuevo aluvión cundía entre los vecinos, y como siempre, toda la comuna inundada.
¿Cómo prevenir?.
En la precordillera de Santiago llueve el doble que en el centro. Toda esta agua antiguamente era retenida por sus bosques y vegetación nativa, y conducida por quebradas y napas subterráneas a toda la cuenca, evitando inundaciones. Hoy, la urbanización de este territorio y sus quebradas ha generado que toda esta agua corra hacia abajo, al sector centro-poniente de la capital, anegando todo a su paso. El suelo pierde hasta un 90% su capacidad de absorber el agua cuando es cubierto por casas y cemento.
Entonces, la precordillera de Santiago debe conservarse naturalmente, deteniéndo su urbanización y reforestando las áreas más intervenidas.
Con una planificación de la ciudad que regule y se organice al servicio de sus habitantes y no del dinero, podríamos evitar estos tristes episodios, y tener una calidad de vida mejor: un buen vivir.
Pero ¿quiénes planifican la ciudad?
Son el gobierno y el municipio quienes lo hacen. El gobierno lo hace a un nivel más grande o metropolitano, y el municipio ordena esto en el plano local. Ambos tienen un margen grande para planificar la ciudad. Por ejemplo, pueden decidir donde se construirán casas, o centros comerciales, o parques.
En estas últimas dos décadas, las autoridades encargadas de planificar la ciudad han llevado a vivir a miles de familias a la precordillera, impulsado todo ello por el fuerte lobby de la industria inmobiliaria, bajo la excusa de construir “viviendas sociales”. No son justamente los vecinos “de clase media”, ni los que necesitan vivienda urgente (como los allegados), ni mucho menos los que viven en alguno de los 82 campamentos que existen en Santiago, los que llegan a vivir ahí, sino que familias acomodadas, que pueden adquirir viviendas por más de 150 millones pesos.
Ciertamente, si no somos los habitantes quienes decidimos como se planifica la ciudad, la lluvia de corrupción no cesará y Santiago seguirá despertando bajo el agua.
Red por la Defensa de la Precordillera.