Hoy 03 de mayo se conmemora un nuevo aniversario del aluvión en la quebrada de Macul.
Nuestro territorio, como lo hemos vivido, es muy dinámico, por ello estamos reaprendiendo a convivir con sismos y/o terremotos, aluviones, alza en las temperaturas extremas, etc. Sin lugar a duda nos situamos en un periodo donde estos procesos cada vez son más recurrentes. Algunos lo llaman cambio climático o período crítico, que no es más que la aceleración de estos procesos por el contexto económico y social que estamos perpetuando.
Por ello, re-conocer el territorio que habitamos es vital y en este sentido, nuestro territorio nos sacude y recuerda que está vivo. Un evento nos sacudió el 3 de mayo de 1993, cuando se produjo el aluvión de la Quebrada de Macul, causando 23 víctimas fatales, 9 desaparecidos, 30.000 damnificados y 1.169 viviendas afectadas. Hay que mencionar, además, que según ciertos estudios, dicho evento era sólo un tercio del máximo posible en esa quebrada. Por otra parte, en un contexto actual de expansión urbana sin sentido, incluso construyendo sobre espacios de riesgos para nuestras vidas y viviendas, nos olvidamos que nos situamos en un territorio vivo.
Con esta introducción hacemos hincapié en la importancia de conocer y comprender qué es un aluvión y cómo se produce.
¿Qué es un aluvión, y cómo se produce?
Un aluvión se puede entender como un proceso de la naturaleza en el cual el material suelto y acumulado en la alta montaña o laderas es arrastrado pendiente abajo depositándose en zonas con menor inclinación como el valle. También se puede entender como un tipo de fluido (mezcla de agua y material rocoso) que utiliza las quebradas y cauces de ríos para trasladarse. Este flujo puede viajar a gran velocidad e ir aumentando de tamaño a lo largo de su trayecto.
Los aluviones ocurren bajo ciertas condiciones climáticas y geográficas combinadas, principalmente se podrían resumir en una mezcla entre: temperaturas elevadas en la alta montaña, lo que produce lluvia fuerte y sostenida en lugares donde normalmente precipita nieve o bien por deshielos rápidos. Además de ello, la cantidad de material suelto que poseen las quebradas también juega un rol importante en la generación y fuerza del flujo aluvional.
Santiago, tiene características geográficas (zonas de montaña) y climáticas que la hacen propensa a vivir este tipo de fenómenos, un ejemplo de ello es el aluvión de la Quebrada de Macul del año 1993, producido por las lluvias intensas y prolongadas en lugares de alta montaña, donde habitualmente cae nieve. Esto provocó que el material suelto y acumulado presente en la parte más alta de la quebrada fuera arrastrado por el agua y se deslizara por las pendientes hacia el valle.
Cada territorio tiene su forma particular, y conocerlo es vital para poder vivir en armonía en él. Los últimos casos de aluviones en el norte, centro y sur del país son naturales e incluso sanos para un ecosistema, pero el desconocimiento de dónde estamos habitando y construyendo trae muchos riesgos. Si sumamos a esto el olvido de estos procesos y la poca voluntad de planificar para el buen vivir colectivo, nos estamos exponiendo gratuitamente a nuevas catástrofes.
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