En las últimas semanas ha surgido una nueva información respecto al sistema de fallas situados al este de la depresión central: La Falla de San Ramón existe, está activa y habita el piedmont andino.
Durante los años 80´ la expansión de la ciudad de Santiago olvidó toda comprensión de su territorio. En 1974, el suelo urbano es declarado como “recurso ilimitado”, la ciudad neoliberal se entendió como un ente ajeno a las dinámicas geológicas, ambientales, hidrológicas, etc. que son el soporte de la vida cuenca abajo. Finalmente, la ciudad se expandió por la cordillera sin hacer estudios previos e hizo caso omiso a los cuestionamientos de las y los vecinos al respecto. Hoy en día está información está saliendo a la luz pública: de los bosques germina el agua y ellos son parte importante del ciclo hidrológico, los bosques limpian y refrescan el aire que baja cada tarde de la montaña, los bosques mitigan los impactos de aluviones, inundaciones y remociones. Lo que no sabíamos es que bajo los bosques precordilleranos se escondía una amenaza latente: la Falla de San Ramón.
En las últimas semanas ha surgido una nueva información respecto al sistema de fallas situados al este de la depresión central: La Falla de San Ramón existe, está activa y habita el piedmont andino.
Las fallas son discontinuidades de la corteza terrestre con la capacidad de desplazarse a través de un plano favorable, y que, por presión interna, son capaces de liberar energía en cualquier momento. En Chile, el sistema de fallas que se localiza al este de la depresión central, está relacionado con la formación de la Cordillera gracias a la convergencia de las placas de Nazca y Sudamericana. De este sistema, destaca la Falla San Ramón debido a su alto riesgo para la población situada sobre la misma, ya que se trata de una falla inversa. Esto quiere decir que se trata de “una estructura geológica […] en la que la Cordillera Principal se alza respecto al valle de Santiago.” (Rodrigo Rauld (2016), Falla de San Ramón. Recuperado en https://sociedadgeologica.cl/falla-san-ramon/)
(Fuente imagen: Cristián Pacheco (2014), Advierten impacto de urbanización en falla geológica San Ramón, Santiago de Chile. Recuperado de http://olca.cl/articulo/nota.php?id=104190)
¿Ser impredecible significa que no se puede prever?
Ser impredecible no significa que no se pueda prevenir. En esto, tanto el Estado como sociedad, estamos al debe (recordemos el aluvión del 93´en Santiago, aluviones en el Norte el 2015, erupción volcánica en Chaitén el 2011, el aluvión en la villa Santa Lucia 2017, el terremoto y tsunami del 2010, y un sinnúmero de eventos más). De hecho, la esencia de los estudios de riesgos es entender y convivir con las dinámicas del sistema vivo de la Tierra, para conocer estas dinámicas y organizarnos de tal manera de recibir el menor impacto posible. Así mismo, el objetivo de los Instrumentos de Ordenamiento Territorial (OT) y Planificación Territorial, ya sean Planes Reguladores Comunales (PRC), Planes Reguladores Regionales, Planes Seccionales etc., es dar un sentido armónico y de convivencia al uso del espacio, incluyendo riegos (la amenaza y vulnerabilidad en un territorio), urbanización, conservación, áreas verdes, etc. El Estado, por medio de políticas genera planes y estrategias para llevarlas a cabo. No obstante, a través de los años hemos evidenciado la falta de prevención en las políticas que se han llevado a cabo. Por ejemplo, la Política Nacional de Desarrollo Urbano 1974 declara al suelo urbano como un recurso no escaso, el Plan Regulador Metropolitano de Santiago (PRMS) en 1994 sube el límite urbano a la cota 1000, la precordillera comienza a ser depredada, eliminando todos los factores beneficiosos antes mencionados.
El año 2012 el Ministerio de Vivienda y Urbanismo (MINVU) hace público un estudio sobre la falla de San Ramón. Este estudio declaró que la falla sí existe y está activa, pero que su periodicidad era tan alta (cada 7.000 años) que no había que prestarle mayor atención. Sin embargo, últimos estudios contrastan con la visión positiva y prourbana del gobierno, ya que señalan que la falla es una amenaza actual, que estamos dentro del rango de tiempo en que podría activarse, por lo que sería un peligro real sobre todo para las familias que viven sobre ella.
Mientras tanto, el estudio sobre la falla y sus últimas conclusiones no han sido consideradas, tampoco se han incorporado a los instrumentos de Planificación Territorial, ni menos a los planes reguladores comunales y metropolitanos. Con asombro observamos cómo continúan elaborándose proyectos y aprobándose permisos de construcción sobre ella. La ciudad avanza a paso ciego: tumbas a mediano plazo que se levantan sobre bosques y quebradas.
¿Qué pasó con esta falla que no se contempló y hoy en día miles de familias están viviendo en zona de alto riesgo? ¿Qué sucede con los bosques que nos protegen de movimientos en masas, terremotos, y son parte importante del ciclo hidrológico, que no están protegidos? ¿Esperamos que ocurra una nueva tragedia para enmendar las decisiones de unos pocos en temas que nos incumben a todas y todos? La falla de San Ramón hoy en día está teniendo más realidad, los estudios lo verifican cada vez más, a pesar de que las y los vecinos lo pusieron en cuestión, nadie los escuchó y hoy nos dan la razón. ¿Será que la ciudad está hecha para generar ganancias y favores políticos a los grandes empresarios, por sobre la vida de las comunidades que habitan y viven?
Aún queda territorio por defender y cuidar, a la vez nos protegemos a nosotr@s mism@s.
Hacemos un llamado al Estado y sus autoridades a que sean responsables, que incluyan este conocimiento en los instrumentos de planificación territorial, y protejan definitivamente estos lugares, creando, por ejemplo, un gran Parque Nacional en toda la precordillera y cordillera de Santiago.